jueves, 22 de septiembre de 2016

Andares




Llevo el África dormida en los ojos
y en las manos al Oriente
en la cintura un desierto con un ojal como oasis.
Tengo en los andares el hambre centenaria del mundo.
Sudo los manglares y los ríos de mi tierra
y suspiro Los Andes en el llanto y en el goce.
Europa se pasea por la espalda convencida de su gloria
mientras China baja por las piernas y se extiende en la pisada.

Dos islas se detienen en el pecho
con todo y sus volcanes y su estruendo.
En el sur de mi cuerpo
naufragan sin preámbulos los mares de América.
Los andares del mundo y su hambre centenaria
reposan en mi boca.

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