lunes, 1 de agosto de 2016

Simulacros



No hay simulacros ni disimulos para este amor
que converge en los ángulos del techo
en las ollas quemadas a fuego lento
en las gavetas que asoman papeles y ropa
en los ceniceros y en las tazas.

No hay pretextos para quererte o viceversa
no hay nada ni más acá ni más allá que te nombre.
Estás en los gestos en que despierto
en las hojas del calendario que cuelga en la cocina
en las mínimas victorias cotidianas
cuando cruzo el semáforo en verde
o el fiscal me mira con indulgencia.

No sé si el amor viene en un blanco corcel
o en un carro que a veces no tiene placas
si se viste como príncipe
o llega con la camisa arrugada y el aliento a alcohol.
Si debe tratarme como a una princesa de cuento de hadas
o como otra cosa cuando compartimos las sábanas.
Vaya a saber con qué se come eso que llaman amor
o si no es más que un invento que pretende cortarnos las alas
y nosotros felices de dejar de volar.


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