jueves, 21 de julio de 2016

Domingos


Los domingos pasan y se enredan
con su voz de lluvia y su tacto de trueno.
La soledad se hace más sola
los llantos no necesitan excusas
y la memoria se llena de ecos.
Deberían abolirlos
desterrarlos para siempre de los calendarios
confinarlos a los álbumes de familia.
Sería imprescindible prohibir las misas y las tardes de cine
dimitir de cualquier asomo de esperanza como a las cinco
y de todo intento de rebelarse contra el pesimismo.
Lo único que debería estar permitido
son los encuentros en los que el cuerpo a cuerpo
borre para siempre el tedio del lunes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario