Sigo pidiéndome imposibles
dejar de fumar por ejemplo o no hacer muecas
vivir en la Tierra y no en su satélite
acordarme dónde estacioné
no llorar de impotencia ante la injusticia
llevar el pelo largo por más de un año
escribir con disciplina, de nueve a tres y de seis a
nueve,
bañarme los domingos
comprar una tv de última generación
dejar de atiborrar a la pobre librería
que se queja del peso
sobre sus hombros
dormir como a las diez y despertar como a las ocho
enamorarme como si fuera la primera vez
volver a creer en la Navidad y en sus luces de teatro en
decadencia
celebrar los verbos y poner los pies en el suelo
escribir un poema que merezca su nombre,
soñar menos
y sobre todo, creer que el tiempo cura las penas y el
olvido.
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