Nadie elige ser poeta, menos aún si es lunes
hace calor en la oficina y el teclado arde en los
intentos
de machacar signos y notas para consignarlos al olvido.
Quién quisiera el oficio de Neruda
si anda siempre con sus amores no correspondidos
y las canciones desesperadas suenan en los audífonos
para no escuchar al compañero que se abanica
con un periódico o una página en blanco.
Nadie elige ser poeta cuando es lunes
y la vida se detiene en los escritorios
parpadea en las pantallas
y no termina de pasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario