A los quince años el amor nos llenó de pronósticos y
alegrías
y a los veinte de canciones de Fito, Silvio y de Sabina
a los treinta nos enseñó a amar el cuerpo
y después a buscarlo entre las ollas y los sueños.
Ahora no le queda más que entregarnos la calma
la paz y las rutinas
aunque ya no sabemos si es amor o un sucedáneo
si es costumbre o melancolía.
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